Así lo hizo saber Jeremy Roberts, jefe de la unidad, quien explicó que “se trata de un programa un poco desconocido aun en la ciudad, con capacidad para 35 usuarios y con cupos disponibles, cuyo fin es la rehabilitación ambulatoria por lo que los usuarios llegan aquí por demanda espontánea o derivación de la red, COSAM, CESFAM, etc”.
Al respecto Roberts agrega que “el impacto que tiene es tremendo, por ejemplo, tenemos usuarios que pasaron de estar encerrados en sus casas, muchas veces porque sus familias los sobreprotegían, a lograr reinsertarlos en la sociedad o en el mundo laboral, e incluso algunos han encontrado el amor, entonces parte de esa rehabilitación es que ellos puedan volver a sentirse parte de una sociedad de la que alguna vez se sintieron excluidos”.
El jefe de la unidad señaló además que “la cercanía que ha generado Max es tremenda, es algo que no se ve tan seguido ya que los usuarios son bien cerrados muchas veces en contar sus experiencias de vida o compartir con estudiantes en práctica”, agregando que “por la alianza que la fundación tiene con Santo Tomás, todos los años vienen muchos. Y como es tan poquito el tiempo de la práctica es difícil que se generen lazos, pero con Max se han adaptado bien a su metodología de trabajo. La forma lúdica que tiene de hacer las cosas yo creo que les ha servido harto a ellos y ahí está el gancho, por eso mismo lo que más preguntan es cuando termina la práctica porque no quieren que se vaya (ríe)”.
Por su parte Max Morales señaló que “fue una experiencia muy significativa, aunque al principio fue un gran desafío, ya que no sabía bien cómo acercarme a los beneficiarios y cómo generar un vínculo con ellos. Sin embargo, con el tiempo comencé a comprender mejor sus necesidades, su forma de comunicarse, lo que permitió adaptarme, conectar y aportar activamente en los talleres, fortaleciendo la relación profesional, pero también humana, porque uno no sólo está con ellos en los talleres.”
Morales explicó que “la última actividad que se hizo fue una feria de juegos con una dinámica muy especial ya que los participantes debían usar dinero real para participar en distintos juegos. La idea era que pudieran tomar conciencia del valor del dinero, del pago y del vuelto que deben recibir, promoviendo tanto la recreación como la educación financiera básica y permitiendo trabajar la autonomía y responsabilidad de una forma más lúdica”.
Karem Rojas, directora de la carrera Servicio Social del IP Santo Tomás Antofagasta, felicitó la labor desarrollada por Max que “ha permitido fortalecer la autonomía y participación social de personas que no están exentas de la estigmatización y las barreras que históricamente ha puesto la sociedad de los usuarios de este tipo de programas”.
Rojas dijo también que “es importante mencionar que Max ha sido capaz de poner en práctica sus conocimientos teóricos de manera lúdica, identificando y entregando soluciones a las problemáticas detectadas en el grupo de usuarios de la unidad.”
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