En este contexto, vale detenerse para hacer una reflexión a nivel local y humano respecto a la trascendencia de mirar nuestra realidad con “ojos familiares” o “desde la familia”.
Desde su más tierna etapa de desarrollo, la persona requiere de un cuidado cauteloso, detallista, amoroso, integral y gratuito, el cual no solamente le permite sobrevivir, sino también adquirir las herramientas necesarias para alcanzar – en palabras del filósofo chileno Alfonso Gómez-Lobo – “la vida buena” o “la plenitud humana”. El mejor lugar para encontrar este cuidado es precisamente la familia, pues en ella la persona es valorada como tal y en todo su esplendor, y allí radica también su importancia y riqueza.
Por supuesto no podemos negar que existen muchos casos en que la familia no se presenta como una instancia amorosa, sin embargo – siguiendo al mismo autor – esto no permite concluir que no sería deseable tenerla como tal; pero sí permite afirmar con alguna certeza que iniciativas como la adopción y las familias de acogida son tremendamente valiosas, pues regalan amor y cuidado familiar a quienes más lo necesitan, por lo que deben ser promovidas por toda la sociedad.
Por nuestra parte, seguiremos trabajando para aportar a que ojalá todas las personas en nuestro país puedan vivir – y no solamente sobrevivir – al alero amoroso de su familia.
Maite Cereceda
Directora Instituto de Estudios para la Familia
Universidad San Sebastián
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